¿El declive de la violencia?

292709_3915928980164_834589367_n

Los últimos dos mil años de historia humana, con el afinamiento de los instrumentos de la inteligencia que florecieron y avanzaron sobre todo a partir de la Ilustración aportaron grandes logros al desarrollo científico e hicieron retroceder las esferas de lo milenarista y de lo indemostrable –ámbitos de la religión, la superstición y la ideología dogmática–. Son precisamente estos instrumentos a los que Steven Pinker, en su libro The Better Angels of our Nature: Why Violence Has Declined (Viking, 2011), hace responsables de una caída en la frecuencia de las guerras, de la violencia y de la agresividad en general en las relaciones humanas.

Utilizando multitud de gráficas y datos empíricos, Steven Pinker traza la disminución de la violencia y las guerras en el mundo, desde tiempos bíblicos hasta el presente, y argumenta que aunque pareciera ilógico e incluso inmoral dada la situación en otras tierras, como Iraq y Darfur, estamos viviendo en la época más pacífica de la existencia de nuestra especie. Hasta donde se puede constatar, está en lo correcto. Esta época es la mejor en todo el mundo (incluso en los países donde en este momento hay más conflictos y desgracias) que las pasadas, y el compromiso debe ser hacer mejores las épocas venideras.

No es que Pinker sostenga que el ser humano ha ido modificando su naturaleza para adentrarse en una era seráfica. En absoluto. Lo que Pinker constata es que la evolución social y la disminución de las desigualdades económicas ha reducido los incentivos para la agresión y el crimen, cambiando las sensibilidades modernas. Tres son los factores fundamentales, 1) la consolidación de los Estados –como describió Thomas Hobbes en Leviatán– como monopolizadores de la violencia legítima, de la domesticación de la violencia y del arbitraje de las disputas reduciendo la necesidad de la venganza privada. 2) el auge del “comercio apacible” que produjo los beneficios mutuos del intercambio. Y 3) la progresiva mejora en la educación y en el pensamiento crítico de las poblaciones, que da lugar a una ética secular y a la consecución de una mayor “bondad” en las nuevas generaciones en su conjunto.

Al margen de las razones esgrimidas por Pinker también cabe mencionar otras no menos relevantes: como que la alfabetización, los viajes y el cosmopolitismo mejoran la empatía y pueden explicar la aversión actual hacia los castigos crueles y los costes humanos de la guerra. Actualmente se les enseña a los niños tolerancia y comprensión al otro de una forma realmente asumida.

No obstante, no hay que bajar la guardia y dar estas conquistas por establecidas. Los factores que se hallan detrás de la violencia esconden diversas variables. Por ejemplo, un artículo de The New York Times publica datos de un sondeo federal de Estados Unidos que señala que una de cinco mujeres asegura haber sido violada o víctima de un intento de violación. Y una de cada cuatro dice haber sido golpeada por un compañero sentimental:

Y Suecia, un país moderno con un elevado nivel de vida, presenta un alto índice de delincuencia comparado con otros países de la Unión Europea. Según un estudio de victimización realizado por Gallup a 1201 suecos, los delitos más frecuentes en el país escandinavo son los crímenes sexuales y crímenes de odio:

Hay que tener siempre presente que no somos una tábula rasa y que nuestra naturaleza, con todo lo bueno y lo malo es el hábitat en el que crecemos. Cuando en entornos como la escuela, la universidad, en los medios se estimula la rivalidad intergrupal y el tribalismo con los propios (sea a causa del nacionalismo, la adscripción a un color ideológico, la religión etc.) al servicio de intereses políticos se están facilitando excusas para dar salida a impulsos agresivos cuya expansión puede ser muy gratificante para el animal interior pero que tienen poco de encomiable y mucho de peligroso.

Deja un comentario